Baños
de Montemayor
El
peregrino entra ahora a una provincia, Salamanca, por el corredor de
Béjar, paso natural por donde han circulado millones de cabezas de
ganado a lo largo de la historia. El paisaje ha cambiado, los valles
son utilizados para cultivos y pastos, pero se han conservado los
bosques en las laderas como fuente de madera y alimento.
Por
este entorno, la calzada salva el fuerte descenso hacia el Río
Cuerpo de Hombre, que termina en el Puente de la
Malena, que conserva de sus orígenes romanos los tajamares
triangulares rematados por pirámides y los huecos para las cimbras.
Dos de sus arcos, de forma apuntada, nos hablan de reconstrucciones
medievales.
La
calzada discurre ahora, en un trayecto de unos 4 kilómetros,
paralela al Cuerpo de Hombre. Durante un trecho una carretera local
se superpone a la calzada. La carretera tuerce a la derecha, en
dirección a Béjar, nuestro camino se desvía a la izquierda y
comienza a ascender hacia Calzada de Béjar.
Calzada
de Béjar
La
calle que entra al núcleo urbano se llama Camino de Baños y
coincide plenamente con la traza de la calzada, el único carril que
los lugareños tuvieron para bajar al llano hasta que en este siglo
se construyó la carretera asfaltada. La vía romana parte en dos al
pueblo, lleno de detalles arquitectónicos: balconadas corridas de
madera, columnas de sillares de piedra o vigas soportándolas,
portadas de cantería llenas de geranios, teja moruna...
A
la salida del pueblo, en lo alto de un cerro, se encuentra los
restos de un fortín romano encargado de la defensa de este paso,
conocido como El Castillo. Parece que fue construido durante
el Bajo Imperio (siglo III-IV d.C) para asegurar el tránsito de
viajeros y mercancías por la zona montañosa que acabamos de dejar
atrás.
Si
se continua por esa misma carretera durante 8 kilómetros se llega a
Béjar, principal ciudad de esta sierra, pero que no se encuentra
sobre la calzada. Fue refundada por los árabes sobre un antiguo
castro vetón mejorado después por los romanos, quienes los unieron
a la calzada por dos caminos secundarios. El rey castellano leonés
Alfonso VIII quien en 1211 la repuebla y le da la categoría de
villa. Con la concesión de la ciudad y sus tierras al duque de Béjar
comienza el periodo de esplendor de esta ciudad. Sus mejores
monumentos urbanos son el Palacio Ducal, obra del siglo XVI,
o El Bosque, un jardín renacentista patrocinado también
por el duque según el gusto italianizante de la época. El casco
viejo, declarado conjunto histórico-artístico, es un cúmulo de
sorpresas. Desde la calzada de Béjar quedan 2 horas largas de
agradable caminar por el ondulado perfil de la cañada real hasta
Valverde. |